Benjamín Franklin fue el primer hombre que pensó en la idea de cambiar el horario en el año 1784. Su objetivo era el de conservar más las velas con las que se iluminaban por aquel entonces. Sin embargo, esta medida no se tomó en cuenta hasta la Primera Guerra Mundial y en este momento, su objetivo fue el de preservar recursos propios para el conflicto.
En el año 1970 se realizó un estudio donde se concluyó que el cambio de horario en el uso de electricidad nacional (en Estados unidos), ofrecería un beneficio de un 1 %. Pero claro está, el empleo eléctrico de hace medio siglo no puede compararse con el actual y, por eso, es una medida ampliamente cuestionada.
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